Con motivo del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz compartimos el mensaje de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay.
«Hoy, en este 6 de abril de 2020, el mundo del deporte atraviesa un periodo sin precedentes, vinculado a la pandemia de la enfermedad por coronavirus que ha trastornado nuestra vida cotidiana.
En muchas regiones del planeta, a más de 2500 millones de personas se les han desaconsejado, cuando no directamente prohibido, las actividades físicas al aire libre –desde correr hasta jugar al tenis, pasando por los partidos de fútbol y el críquet–. Al mismo tiempo, muchas competiciones han sido canceladas o aplazadas, como los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio.
En este periodo sin precedentes, el deporte sigue siendo un aliado precioso. Se trata, en efecto, de mantener una actividad, algo fundamental para la salud y el bienestar físico y mental, pero también de ver los valores del deporte encarnados de una manera diferente –valores de solidaridad e inclusión, de equidad, de intercambio y desuperación, que nunca han sido tan esenciales–.
Es necesario, por lo tanto, apoyar las estructuras deportivas amenazadas por esta interrupción de su actividad, pero también recurrir a otros deportes que puedan practicarse dentro de cada hogar. Los docentes tienen una función esencial que desempeñar a este respecto, proponiendo actividades apropiadas para que los 1500 millones de educandos que ya no pueden asistir a la escuela sigan siendo activos físicamente y simplemente se diviertan. Para ello pueden utilizar los recursos que la UNESCO propone en Internet, como la guía concebida específicamente para promover los valores del deporte mediante actividades destinadas a los niños y las niñas de 8 a 12 años.
Fuera de la escuela, se multiplican las iniciativas para que el deporte no desaparezca de la vida cotidiana de todos aquellos que se encuentran confinadosen su domicilio: miles de personas se reúnen a distancia –a veces a cientos de kilómetros–para practicar juntas algún ejercicio físico; profesionales reconocidos imparten en directo cursos en línea en las redes sociales; las herramientas digitales, a través de las aplicaciones móviles y los videojuegos, hacen más amena la práctica del deporte; y algunos deportes, por su propia naturaleza individuales, pasan de repente a ser colectivos mediante los vínculos que crean.
Se trata de una evolución positiva, especialmente para los más jóvenes y para las mujeres, puesto que el acceso al deporte ya no está garantizado por las estructuras escolares y asociativas. Este periodo nos demuestra así que las nuevas obligaciones pueden ser una fuente de reinvención e innovación.
Paradójicamente, en estos tiempos difíciles, el deporte es, por tanto, una fuente de solidaridad y esperanza. El padre del olimpismo moderno, Pierre de Coubertin, solía decir: “Cada dificultad encontrada ha de ser una oportunidad para un nuevo avance”. Que la grave crisis que estamos viviendo sea el origen de nuevos avances, esta es la esperanza que podemos formular para el mundo de después de la COVID.»