Allá por el año 1984 los directivos en ejercicio se plantearon la posibilidad de reunir a todos, o por lo menos, la mayor cantidad posible de los asociados del Círculo en un almuerzo de camaradería.
Rápidamente la iniciativa prendió fuerte entre todos y comenzaron las gestiones para conseguir un lugar importante y adecuado para lo que era idea, así como los contactos con firmas comerciales amigas para obtener donaciones que disminuyeran los costos que se debía afrontar.
Poco tiempo después, en noviembre de ese mismo año, se llevó a cabo en instalaciones del Centro de Protección de Choferes, lo que dio en denominarse el “Almuerzo del Reencuentro”.
Así nació lo que año tras año se fue convirtiendo en la cita ineludible que permitía que la gran familia del Círculo se reuniera con el pretexto de la comida pero apuntando a la confraternidad.
Los tiempos fueron pasando y algunos detalles variaron y se ajustaron a las circunstancias pero hace ya 32 años que el evento forma parte del calendario anual, hoy por hoy convertido en lo que llamamos “Cena del Reencuentro”.
El lunes 5 de diciembre se reeditó la edición, en esta oportunidad, en instalaciones del Complejo General del Ejército, más concretamente en la Glorieta compuesta por una hermosa carpa calefaccionada con capacidad para 200 personas y todas las comodidades necesarias.
Como siempre, no todos pudieron estar por distintas circunstancias, pero también y como viene siendo habitual cerca de 130 asociados dijeron presente.
Los que ya peinan canas contando vivencias pasadas a los más jóvenes y estos, a su vez, “enseñando” de alguna manera lo que el periodismo moderno exige, fundamentalmente a través de los avances tecnológicos.
Una de las costumbres en estos eventos es premiar a quienes ostentan el privilegio de haber permanecido durante 50 años en los registros sociales y este año no fue la excepción. Víctor Groisman y Américo Signorelli tuvieron su momento de mayor emoción en la noche cuando recibieron las medallas de reconocimiento.
Hubo libros de la autoría de varios asociados que fueron sorteados entre los concurrentes para mantener, también en ese aspecto, la sana costumbre de obsequiar.
Tuvimos también el placer de que nos acompañaran deportistas que han conformado el grupo de disertantes en las charlas que se vienen realizando en diversas ciudades del interior del país.
Pero por sobre todo y aun aceptando la realidad de que se trató de un año en el que debimos sobrellevar el alejamiento definitivo de varios y apreciados asociados, hubo mucha emoción y sana alegría.
Hasta el año que viene…